El diseño es verbo y no adjetivo
(Y no quiero sonar como Arjona)
"Con el diseño pasa como cuando haces el amor. Tienes que disfrutar tú, pero también tu pareja. Hay que pasárselo bien, pero siempre pensando en el otro. Con el arte no ocurre eso. No se puede crear pensando en los demás. El arte es como masturbarse” Hiroshi Tsunoda (1)
La señorita de tacones brillantes se esmeraba en ofrecerme aquella silla que resaltaba bajo una luz cenital. "Esta le va a gustar, es una silla de diseño" me dijo con su sonrisa de carmín y su voz como cantando. Ah ok, pero... ¿y esta otra? le pregunté. Bueno, esta es una buena silla también, pero no de diseño. Y de pronto me volvió a entrar ese escalofrío que se siente cuando arañan la pizarra con las uñas.
No sé cuándo empezó esto de poner el diseño como adjetivo. “Baños de diseño”, “Ropas de diseño”, “Drogas de diseño”. Pero ya Woody Allen lo advertía en esa extraordinaria película Sleeper en medio de la efervescencia del design americano de los 70 (2) Y es que, contrariamente a lo que se suele pensar, la mayoría los cosas que nos rodean son “cosas de diseño”. Una tijera, un lápiz, una hoja de papel. Todas partieron de un vacío, de una necesidad insatisfecha que, mediante innumerables pruebas de ensayo-error, lograron un producto simplificado y útil. Tan útil que se volvió invisible.
En el yan-ken-po, 2 de sus 3 elementos son resultado de un diseño.
Y han llegado a ser objetos tan cercanos que sentimos existen desde siempre. Despreciamos el valor y la belleza de su cotidiana simpleza usando un filtro que solo valora lo diferente, lo llamativo, por una simple necesidad de identidad. El diseño no es un valor meramente estético, y tampoco debería ser entendido como un valor agregado (un adjetivo) que se le sume a un producto para hacerlo mejor. Criterios como la moda, la forma, los detalles, están presentes en un diseño pero no son en esencia eso. El diseño es mucho más.
Quería poner el ejemplo de estas 3 sillas. La primera es una muy común que podríamos conseguir en mueblerías de Villa El Salvador, la segunda es una hecha en cartón y la tercera es una de la exclusiva firma Fritz Hansen. ¿Es correcto decir que solo la última es una “silla de diseño” y que las otras son simplemente sillas?
La primera fue creada por Michael Thonet hace 150 años, fue pionera en trabajar la madera curvada al calor. Con los años su creación fue siendo copiada y adaptada en diversas partes del mundo hasta llegar a los talleres limeños. Es un diseño valioso porque su fabricación está grabada en el ADN de la silla. No son necesarios planos porque son enseñados de maestro a aprendiz y cuando el carpintero curva la madera lo hace con la certeza de una técnica que en su momento fue revolucionaria y que ahora es tradicional. Lo mismo pasa con la artesanía, el hecho que se masifiquen y se re-interpreten no hace más que confirmar la enorme calidad de su diseño original. Y la artesanía es diseño también. Y todo lo local puede aspirar a lo global si manejan los canales adecuados:
“la artesanía popular puede dar un paso al frente y tener un rol mucho más relevante, no conformarse con solo hacer souvenirs ...La sabiduría local son urgentes soluciones para el medio ambiente y para una nueva higiene psicológica”. Formafantasma (3)
La segunda silla es obra de Tom Allen, diseñador barcelonés y data del 2008. Es una silla hecha de cartón, se venden desarmadas ahorrando costos de almacenaje, no lleva pegamento ni sustancias tóxicas. Haciendo un pequeño test entre 10 personas solo 2 lo comprarían y nadie lo usarían en su sala. Se ve tosca, incómoda y poco resistente. Lo comprarían motivados más por un tema ecológico o social responsable. Entonces, ¿ la silla no tiene un buen diseño? Según sus fabricantes, resiste el peso y la humedad como cualquier mueble de madera y cuenta con certificaciones que acreditan que la compra no va a ser en vano. El hecho de verse poco agraciada parte más de un tema cultural y de estereotipos que defectos del mueble en sí. Pero estos prejuicios podrían variar con el tiempo y ser esta una silla visionaria y "bella" en el 2050. Es un diseño valioso pues lleva inserta una intención: la ecología y ha llevado su idea con éxito hasta el final, del boceto a la tienda. Y es por ello un buen diseño también.
La tercera silla es obra de Arne Jacobsen creada en 1952 para el Hotel SAS que fue uno de los primeros edificios de hostelería nutridos de la escuela de Chicago, dentro de la vanguardia propia del esplendor económico de los años 50 (4). Estos valores están inscritos en la silla dentro de su forma y ha ido ganando en el tiempo un valor simbólico importante en la cultura occidental que la hace ver más hermosa que las demás. Y si bien cumple medianamente con su función de dar asiento (hay sillas mucho más cómodas) son preferidos porque cubren una fuerte necesidad de estética e identidad en la sociedad actual. Y por eso es también un gran diseño.
En consecuencia, las 3 sillas tienen, en esencia, el mismo valor porque fueron parte de un proceso y responden cada una a necesidades específicas. Todo productos es "de diseño" así sea el peor y el más vil de todos. Podrá tener un buen diseño o un mal diseño pero nunca carecer de él.
Dejemos de pensarlo como adjetivo y entendámoslo en su verdadera dimensión: como un verbo. No en términos gramaticales sino como una metáfora del ACTUAR contenida en su palabra. Es un sustantivo, sí, pero lleno de la energía ganada del esfuerzo y la inspiración de gentes, cuya nobleza parte de la decisión de un ser humano en beneficio de otro. Pocas cosas son tan hermosas como eso y no deberíamos desmerecerlo.
(1) Hiroshi Tsunoda Nacido en Tokio en 1974, Hiroshi Tsunoda es uno de los jóvenes diseñadores japoneses más reconocidos en la actualidad. Pueden ver su obra en hiroshitsunoda.com
(2) Sleeper. Película de Woody Allen (1973) que ironiza sobre los ideales futuristas. Pude ver una de las escenas acá www.youtube.com/watch?v=ltiEAlpKhwo
(3) Formafantasma, estudio dirigido por Simone Ferresin (1980) y Andrea Trimarchi (1982). Su trabajo se caracteriza por interpretar y revalorizar de las tradiciones artesanales locales volviéndolas globales. www.formafantasma.com/formafantasma.html
(4) Hotel SAS. Copenhague, estrenado en 1960. En él Jacobsen cuidó hasta el más mínimo detalle del proyecto. Las sillas hormiga así como los sillones el cisne y huevo, son considerados como clásicos del diseño.